viernes, 17 de septiembre de 2010

Caída en reflexión

Últimamente hay dos asuntos que no me quito de la cabeza. O bien, por inquietud propia, o bien porque no paro de recibir noticias de esos temas.
El primero de ellos es el suicidio. Oigo hablar de él en todos lados, pero lo más curioso es que todo ha sido en cuestión de una semana, cuestión de la que una, normalmente, no suele oir hablar con tanta frecuencia. Que si amigos míos que tienen conocidos que se ha suicidado, que si en clases de sociología, y como no, en los medios de comunicación.
Uno de los casos que ha sucedido hace dos días y que ha salido en algunos medios de comunicación es el de una mujer que ha fallecido al producirse una explosión en su casa en Yepes (Toledo). Pues bien, yo conozco al ex marido de la víctima y sé que no ha sido un accidente,la mujer se suicidó. Dejando a un lado las valoraciones morales del caso, quiero centrarme en el hecho de cómo puedo saber yo mejor que un medio de comunicación o más concretamente, que un periodista de un hecho del que ellos se encargan de hacer llegar a la opinión publica.

En primer lugar, quiero pensar que las instituciones policiales no les han dejado llegar hasta esa información. Pero si así fuese, su deber es hablar con personas cercanas a la víctima. También puede ser, que como comentaba un compañero mío de Sociología, los medios no quieren crear el efecto alarma, y decir que ha sido un suicidio por si a la gente le da por hacer lo mismo.
En este sentido creo que los medios deben de informar de los hechos tal y como suceden y que no por informar sobre un suicidio se piense que a la gente le va a dar por quitarse la vida. Para empezar, los posibles suicidas presentan una serie de características que muchas personas desconocen y que son fundamentales conocer para poder evitar una tragedia.
De eso es de lo que se tienen que encargar los medios de comunicación y no de hablar de temas tan banales como la caída de la infanta Sofía a la entrada de la escuela. Por cierto, caídas, ese es el otro asunto que no me puedo quitar de la cabeza. Voy por la calle pensando que me voy a caer, pero de momento no me caigo, al suelo, porque con las noticias banales y menos banales me sigo tropezando.